11 de junio de 2010

Heridas


Las heridas sanan, parece que desaparecen, pero quedamos marcados de por vida, y lo vemos reflejado en la cicatriz, y volvemos a caer, ante la sombra del despecho, y volvemos a hablar temas sin sentido, sin un hilo conductor, vomitamos, arrojamos palabras al viento, nos desesperamos, evadimos la realidad, ¿Y de qué nos sirve?
Locura, tormenta, indecisión, duda, prejuicios, insanidad mental... y más mierda, después de todo nada tiene sentido, después de nada, todo tiene sentido.
Y volvemos al vacío, a la nada, esa misma que nos vio fecundar en el vientre materno, volvemos a la soledad interminable, la única fiel que nos aguarda hasta el final de los días, como el paracaídas interminable, que espera atado a la puerta. Nada tiene sentido, solo procuramos crearlo, quizás es solo por miedo, quizás solo por no reconocer que vamos cayendo, y que en cierto modo, lo único que tenemos claro es que seremos carroña, más temprano que tarde moriremos...
"Es para llorar que la vida es tan corta, es para llorar que la vida es tan larga", como dice Huidobro en su lírico Altazor.
Vamos forjando una identidad que nos permite justificar y dar un sentido a todo este abrumante absurdo colectivo, del que todos somos parte. Lo cierto es que solo estamos determinados a ser luz, a dar luz en la oscuridad... clif clef clof tarara tarara tirolina... Todo esto es solo un juego, en el que todos queremos participar y ser corsario. Estamos colapsados de egoísmo y hedonismo, se nos está olvidando amar, nos estamos perdiendo en los problemas, en vez de darles cabida a una solución.
Mi mente está alterada, no me quites las ideas y palabras de la cabeza, permíteme entregarlas, plasmarlas en este trozo de papel, es la única luz, que hoy puedo entregar.

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