13 de agosto de 2007

Santiago Drug-Magazine


Juegos sordos se emiten desde el interior del paisaje urbano, sirenas de bomberos, carabineros y ambuilancias advierten la tensión y el pánico convergentes de la contaminación acústica y fugaz que se ha producido por efecto de industrialización. Los largos trechos entre las calles y avenidas crepusculares te recuerdan que el tiempo no ha pasado en vano ni mucho menos desapercibido, te dejan simplemente con una ligera sensación de incertidumbre y vacío, puedes observar que como al inducir a tu corriente sanguíneo tan solo un diminuto cilindro verde, como un ave en frente tuyo puede observarte atentamente como si transasemos algúna relación particular de varios años. Escuchas los sonidos atentamente, imaginando mientras plasmas el boligrafo por el papel , la infinita masa de Locomoción que emite frenajes sórvidos, bocinas agripadas y potencia desenfrenada; como el humo "catalítico" que producen los buses del Transantiago, sumados a los feróces emanadores de locomoción de carga pesada (camiones)nos hacen volver a bocinas y congestión, pero esta vez de los automóviles. El ave ha emprendido su vuelo, olvidándo nuestro vínculo anterior, la gente camina en forma paulatina, pero permanente yconstante, es invierno y temprano aún,añadiendo la isólita e inusual nevazón en toda la región Metropolitana, cosa que no se veía hacía unos 40 años (según expertos, ni siquiera mi persona estaba viva)y que mantenía albergados en sus hogares, y los transéuntes, tapados en abrigo y cobijo y tiritando incontrolablemente, fenómeno que a disminuído por el día la fiebre capitalina, enagenada que avanza sin rumbo en caravanas de eternas gentes circulando. Se ha apartado el SMOG saturado de los cielos Capitalinos, brindando un hermosos trasfondo gris a la espléndida masa urbanística-arquitectónica basada en edificaciónes clásicas en perfecta armonía con las modernas, que lleva en la actualidad una magistral colección de estructuras futuristas, que acompañados del verde y sus derivados naturales, proponen una maravillosa vista, como diría, ideal para la fotografía de una postal, en pleno centro de la nostálgica Alameda, que te provoca melancolía, te recuerda mil imagenes al interior de tu cabeza en forma precipitada. Las horas pasan cada vez más a prisa sin ninguna consideración, los minutos te resfriegan en la cara, proponiéndote actuar, o si no se apoderará ràpidamente de tí, dejandote atrás del resto. Mañana quizás salga el Sol, haciéndonos alivinar un poco la sencibilidad provocada por el frío congelante.

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